martes, 8 de enero de 2008

Réquiem

REQUIEM PARA UN AMOR INEXISTENTE

William Gómez García

Un réquiem me corresponde entonar
para olvidar un amor, sin luz y sin brillo;
es como el sepelio de mi alma marchita
por la soledad.
En el recinto sagrado de mi esperanza se oyó
el murmullo de una oración sombría,
los pasos lentos y el viento soplando en
la noche triste y así fueron sepultados
las cenizas del papel escrito,
enfermedad inerme de mi vida rota;
no quiero cánticos mortuorios,
ni veladas novenarias, que es la
paz de un sueño muerto.
Jamás pude acercar mis labios a los tuyos
para aspirar lo poco que me queda,
pero quise apartar de mi mente, los días juntos, pero
juntos sin decir palabras.
Te ví y en esa mirada estaba el brillo negativo
de un amor procaz, un amor marchito,
un amor que nunca existió;
las horas pasan, como pasan los días y quisiera
volver a ver el brillo de tus ojos negros,
pero ese negro es el luto que llevo clavado
en mi soledad eterna.
Adiós, no quisiera decirlo, pero me obliga
la ausencia de voces sin esperanza,
voces en tinieblas, voces infernales.
Tu suave mano roza el arco que oprime
las cuerdas que emite su música fúnebre.
Quisiera decir mi oración y conjugar tu
nombre en mis palabras.
Dios, señor mío, separaste mi alma del cuerpo.
Vago sin destino por las calles desérticas
Tocando las puertas de casas escondidas,
Se asoman rostros sin vida y creo
estar en el infierno.
Pasará la carroza cargando los huesos hecho polvo
y mi carne tratando de renacer;
pero es la pesadilla larga y triste, que emite
gritos sonoros, sin ser escuchados,
pero es mi oda para ti,
donde tu sonrisa asoma.
Adiós, te digo, pero si levantar la mano,
quisiera reencontrarme en tu camino,
pronunciar tu nombre y decirte en este
momento pequeñas frases de mi inexistente letanía.
Barcelona, 6 de octubre de 1982

1 comentario:

Néstor Luis González dijo...

Saludos compañero. Buen Blog.